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Canto a Valentina Cosíos


                                                                                                             "No me puedo quejar de falta de color en mi vida".

                                                                                                                                                                   Carlos Vallés

¿Qué significa para un hombre, padre, hijo de su tiempo, estrellarse contra un árbol, cuando los frenos de tu correteo no funcionan[1], estrellarte con las lágrimas o las risas del vacío porque tus pensamientos van en contracorriente de muchos que están a tu alrededor?[2]

¿Qué valía tiene desde la realidad de ser hombre y padre el hablar, en esta fecha de lucha femenina, en este 8 de marzo? Esta es mi visión particular de lo que he vivido en estos últimos seis años, sin mi hija.

"Tú me explicas las cosas difíciles de la vida, los secretos de la vida" Me escribió alguna vez, Valentina, mi hija, de dulce mirada, la que no deja de cantar, no deja de soplar ni un instante el instrumento de su vida, tal como lo hacía ayer y entonaba su flauta. Hoy, toca una vez más su flauta y nos invita a soñar, a ser felices en medio de la lucha, es decir, a amar.

A Valentina le gustaba leer y escuchar mis cuentos y juntos con todos mis "guaguas"[3] leíamos, inventábamos historias soñando en finales felices de niños, también jugábamos y juntos ibamos a trabajar mientras recorríamos de norte a sur nuestra la ciudad quiteña [4] . Nos dirigíamos al Conservatorio Nacional de Música mientras cantaban ellos a distintas tonalidades de voces, convirtiéndose en un magnífico concierto. Felices entonaban melodías de nuestra música nacional y latinoamericana hasta el "Vois sur ton chemin" o Gloria in excelsis Deo.

Hoy, solo queda un sordo recuerdo que me abofetea cuando voy en los buses, recorro las calles vacías y grises que traen a mi memoria aquellos recuerdos que se han roto, que se destruyeron debido a la violencia y a aquella mano perversa, asesina que se oculta y cobardemente se niega a mostrarse, y se mueve cual marioneta, moviendo los hilos del poder para de esta manera miserable sepultar la realidad de un absurdo feminicidio. Hoy, luego de tantos años, soy capaz de escribir y rememorar aquel sonido de la dulce flauta que entona los cuentos infantiles desde mi alma de padre.

Yo, Vladimir Cosíos, el papá de Sofía Valentina, soy muchos yos , soy muchas voces que se elevan, pero no soy la voz enmudecida que se oculta muerto en vida como el feminicida que jamás podrá sonreír ni acariciar el cabello de una niña, de una hija, de una hermana, de una nieta.

La maldad, y el odio que mató a mi niña no la silenció , fue al revés, porque mi dulce hija está más viva que nunca. Ella está en todas partes y pasea en un caballo impaciente con una armadura de guerrera que empuja y arenga para que sus hermanas y hermanos jamás se detengan, para que madres y padres no desfallezcan con la tristeza, sino para que se armen de valor y griten ¡justicia! Exijan la verdad y la justicia, denuncien la impasividad, la desidia, la lentitud del sistema judicial para que la realidad cambie, y así no tengamos más mujeres muertas, violentadas, manoseadas, drogadas, secuestradas y asesinadas. No más mujeres desaparecidas por las redes de tratas de blancas, obligadas a prostituirse. No más esposas que tengan que soportar insultos, golpes y burlas para mantener el hogar y a sus hijos bajo un techo. No más mujeres pisoteadas en su trabajo, las cuales callan para no ser despedidas. Nunca más mujeres muertas porque se les niega el derecho a decidir sobre su cuerpo y a la posibilidad de interrumpir un embarazo impuesto.

Ella, mi Sofía Valentina, está presente en otros planos de la existencia. Ella es bálsamo que limpia el espíritu, es una de nuestras ancestras, hija de la Gran Madre, de la Diosa de la Vida, del Espíritu Santo de Dios transformada en esperanza. Valentina es la fuerza, es el coraje y las ganas absolutas de empezar una y mil veces.

Valentina es junto con Juliana, Michelle, Geovanna, Emilia, Majhito, Vanessa y tantas miles, las manos que se levantan en alto, el puño que se estrella contra los dueños del poder y de las falsas leyes, contra los operadores de justicia que poco hacen por los pobres, pero que sí allanan el camino de los que todo lo pueden comprar.

"Valentina quién te mató, tu voz no se apagó", dice una de las canciones más puras y fuertes dedicadas a ti , y con ella se suman las voces, las danzas, los cuadros y la poesía de quienes te amaron y hoy te admiran.

De esta manera, en el 2016 se realizó la primera marcha convocada por el movimiento "Vivas nos queremos" durante las marchas por el 25N, la cual apoyó con fuerza el caso de ¨Justicia para Vanessa y el de mi Valentina¨. Mi niña de 11 años que fue asesinada en su propia escuela, meses antes. Estos dos feminicidios, aglutinaron la rabia, el coraje, la impotencia y la rebeldías de aquellas mujeres agredidas durante toda su vida. Así, se realizó la primera marcha gigante de mujeres realizada en Quito. La marcha del 2017 fue aún más grande, más imponente.

Con el tiempo, y por razones importantes de posturas e identidades políticas, las marchas se realizaron de manera paralela, tanto para el 8M, como para el 25M, fueron básicamente, lideradas en sus propios espacios por "Vivas Nos queremos", "Mujeres por el Cambio" y un tercer espacio por "Luna Roja¨ Todas estas de distintas orientaciones ideológicas, pero firmes en alzar su voz y luchar porque todos estos asesinatos acaben de una vez. Mientras esto ocurría en Quito, cada vez más, se unían en la lucha otras ciudades de Ecuador, las mismas que hacían eco en las marchas para exigir el respeto a los derechos humanos de nuestras mujeres. Todo este caminar ha tenido la base sólida de organizaciones que llevan años en la lucha y en caravanas y festivales se escuchan los gritos para concientizar, exigir y generar una opinión pública que consiga de una vez por todas, la aplicación de leyes en favor a la NO VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES. Dentro de esta lucha están Asfadec y Covidefem, además de la movilización de la Plataforma Internacional contra los Feminicidios y Desapariciones y La Marx Internacional, entre otras.

Llega un alisiente al constatar que muchas situaciones han cambiado, aunque falta mucho por hacer y el miedo, a veces, nos paraliza, sin embargo, siempre habrá alguna compañera que nos aliente, nos anime y nos guíe por un mejor camino.

El presente espacio, de amantes a las letras, es un puente de expresión literaria, propicio para expresar desde la voz lírica la triste realidad acaecida en Sofía Valentina, de esta necesidad de hallar mediante la palabra, pinceladas de rebeldía. Son los gritos de rabia contenidas, sudor, lágrimas y esperanza, lo que en mi caso ha sido la resurrección de mi pequeña Valentina que como polvo de estrellas ilumina y respira en cada voz que clama por justicia.

1] A nuestra Valentina le encantaba el deporte, una vez en su bicicleta, fue como un bólido, sin frenos, solo gritando "me estrello, me estrello" …y se dio de frente con un árbol. Se levantó, se rio y continuó en su tarea de diversión, en medio de la aceleración del corazón al ver que no podías evitar tal situación.

[2] Hay muchas "amistades" que consideran que mis ideas son muy radicales, muy abiertas, muy feministas y he recibido rechazos por ese motivo. La realidad es otra, lamento reproducir, día a día tanta construcción patriarcal, como buen hijo de mi tiempo. Aun así, me gusta pensar como pienso.

[3] Los Hijitos, las hermanas y hermanos de Valentina.

[4] Unos 18 km de ida y 18 km de vuelta

Vladimir Cosíos Moreira

Quito, 7 de marzo de 2023