es

EL GRAN "SHOW" DE LAS VOTACIONES EN LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA

Por Alfonso Ramírez. La Marx Estados Unidos

Las próximas elecciones en Estados Unidos concitan la atención mundial. A lo largo de 224 años han mostrado ganadores, con matices muy variados en sus personalidades, así como controversia y división, entre las y los ciudadanos y , habitantes de diferentes partes del planeta, que siguen las votaciones del país "más poderoso del mundo" como si fueran propias.

Ha sido de conocimiento público que varios presidentes estadounidenses han evidenciado escándalos de corrupción, abuso de poder, complots internacionales, sexuales, de perjurio y muchos otros comportamientos nada ortodoxos. El primer presidente de los Estados Unidos de América, George Washington, nunca perdió en las elecciones y renunció a su cargo después de completar dos periodos de gobierno (1879 hasta 1897). De ahí en adelante, la competencia por el "trono" empezó forjó lo que hemos presenciado: una mezcla de teatro, telenovela y lucha libre.

Algunos de ellos, como Abraham Lincoln (1861-1865), James A. Garfield (1881) y John F. Kennedy (1961-1963), fueron asesinados, mientras otros, como William Henry Harrison (1841) y Zachary Taylor (1849-1850), murieron por enfermedad durante su período presidencial. Otros fueron destituidos del cargo, como el 17avo mandatario Andrew Johnson en 1869, o han estado cerca de serlo, como Donald Trump.

Por la famosa Casa Blanca han desfilado desde los más queridos y respetados ndividuos, como Kennedy (1961-1963), los Roosevelt, Teodore (1901-1909) y su primo lejano Franklin D. (1933-1945); hasta los más impopulares y despreciados, como Rutherford B. Hayes (1877-1881); y recientemente George W. Bush (2001-2009) y Donald Trump (2016-Actualidad). Los nombres de los partidos políticos estadounidenses han variado, desde Liberal, Federalista, pasando por Progresivo, Populista, Unión Nacional, Democrático Sureño, Democrático-Republicano, Tierra Libre (Free Soil), Whig, Anti-Masónico, Nacional Republicano, y varios otros; hasta llegar a los que conocemos en la actualidad: el Demócrata y el Republicano.

Las reglas en las votaciones también han ido cambiando a través del tiempo y sus estatutos han sido siempre controversiales; la exclusividad en el derecho a votar, garantizado sólo a hombres de raza blanca que pagaban impuestos y poseían bienes inmobiliarios en el país, la prohibición para las mujeres y las personas de raza negra al voto, o la creación del Colegio Electoral, que en la actualidad, es quien decide quién decide al ganador de las elecciones presidenciales, aunque muchas personas no quieran aceptarlo.

De cualquier forma, tanto en éste país, como en la mayoría en el Mundo, el nombre u origen del partido, o del presidente electo, nunca ha define el destino de las y los gobernados. La desigualdad social y económica que prevalece a nivel mundial no va a cambiar para bien de la mayoría, a menos de que los pueblos nos unamos verdaderamente e impongamos de manera contundente un cambio en los sistemas de gobierno. Un cambio que beneficie a quienes en realidad producen la riqueza del país. Es claro que el futuro de las y los más oprimidos en los Estados Unidos no va a ser más promisorio con los resultados de las próximas elecciones presidenciales en Noviembre; donde estarán contendiendo para ganar el derecho a gobernar por los próximos cuatro años los candidatos Joe Biden por el partido Demócrata y Donald Trump por el Republicano.

Independientemente del partido que resulte vencedor, la experiencia ha demostrado que las promesas de campaña de cualquier candidato y partido, distan mucho de ser cumplidas una vez que llegan a la silla presidencial. Por ello, no se ve un cambio positivo a corto plazo para el pueblo estadounidense. Necesitamos construir un liderazgo para luchar por un gobierno que genuinamente beneficie a las grandes masas. Tanto Trump como Biden son representantes de las inmensas corporaciones y magnates multimillonarios, que son quienes tienen y han tenido por muchos años el control de la riqueza del país. Ellos son los responsables de que la clase trabajadora esté cada vez más hundida en la pobreza y la clase dominante se regocije en la opulencia.

Ya sea que triunfe la fórmula de Trump y el Partido Republicano, o Biden y el Partido Demócrata, la gente del proletariado no veremos un cambio favorable. El capitalismo norteamericano, en medio de una grave crisis, nada positivo tiene para ofrecer a las y los trabajadores y al pueblo. Además, estas elecciones son profundamente antidemocráticas, la legislación solo permite competir con posibilidades de ganar a dos partidos que representan a los millonarios. Las y los ciudadanos comunes Estados Unidos sólo verán un gobierno a su favor, cuando se realice un cambio total en su sistema legal; y en especial, una renovación a conciencia de su Constitución desde sus raíces, que a decir verdad, es más obsoleta que un teléfono de disco rotatorio.