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Por un gobierno obrero y popular en Francia

02.05.2023
Manifestantes sostienen banderas y globos de la CGT durante una manifestación en el marco del 12º jornada de huelgas y protestas nacionales contra la reforma de las pensiones del Gobierno francés, en París, Francia, 13 de abril de 2023
Manifestantes sostienen banderas y globos de la CGT durante una manifestación en el marco del 12º jornada de huelgas y protestas nacionales contra la reforma de las pensiones del Gobierno francés, en París, Francia, 13 de abril de 2023

Por Federico Méndez- Nuevo PST de Argentina y La Marx International 29/04/2023.

A fines del 2018, en Francia, la subida al impuesto al combustible provocaba el estallido del movimiento de protesta de los Chalecos Amarillos. El movimiento se presentaba a sí mismo como espontáneo, horizontalista y sin dirección. Manifestaciones multitudinarias todos los sábados, bloqueos de rotondas, convocatorias a través de redes sociales y el pedido de renuncia del presidente Emmanuel Macron. Hoy, cinco años después, con la ley de reforma de pensiones, el mismo presidente vuelve a enfrentar los mismos fantasmas, un movimiento de protestas espectacular que por su intensidad ya es el mayor en los últimos 40 años.

Pero este nuevo movimiento no solo es superior en cantidad, también, y sobre todo, lo es en calidad. Su base social nace de las fábricas, de los estudiantes pobres, de los hogares de clase baja, del corazón de la clase obrera. Y se organiza con sus métodos, las asambleas, y con una de sus principales instituciones, los sindicatos. Un nuevo movimiento que cuestiona abiertamente el capitalismo y sus instituciones, que abarca a todas las generaciones y que, a diferencia de los chalecos amarillos, tiene verdadera capacidad para movilizar y parar completamente el país. A veces organizado, a veces espontáneo, puede ponerse en acción cualquier día del mes y extenderse por días y semanas. Por su notable superioridad, no va a tardar en extenderse a toda Europa al igual que sucedió con el movimiento de los Chalecos Amarillos.

Este informe es continuación de otro anterior: "El pueblo trabajador francés marca el camino", del 06/03/23. En aquel explicamos de que trata la ley de reforma de pensiones y remarcamos la importancia de la convocatoria a la sexta jornada de huelga para el 7 de marzo. Así que vamos a tomar esa gran movilización como punto de partida para explicar el desarrollo de los hechos hasta nuestros días (Al día de hoy vamos por la doceava jornada). Vamos a tomar lo que, a nuestra consideración son los puntos más importantes, sin ahondar en tecnicismos ligados a las instituciones burguesas (como las mociones de censura), para volcarnos de lleno en la lucha de la clase obrera, ya que hoy día la verdadera lucha está en las calles. Un verdadero triunfo solo puede venir de la lucha cotidiana de la clase obrera y el pueblo francés, nada se puede esperar de congresistas vendidos (de izquierda y de derecha), ni de las direcciones burocráticas de los sindicatos que están haciendo lo imposible por llevar esta lucha hacia la derrota.


Un largo recorrido de luchas hasta el Día del Trabajador


La mayor movilización en los últimos 40 años

El martes 7 de marzo se registró la sexta y, en aquel momento, mayor protesta, con bloqueos de carreteras y refinerías. Esta primera movilización del mes abrió una nueva etapa donde la consigna común de los sindicatos es "paralizar el país" esto significa (según Philippe Martínez, que en ese momento era el líder de la CGT) perturbaciones en los transportes, en la electricidad, en el gas, en la recogida de basura, pero también "huelgas en el sector privado". En el transporte público, la SNCF paralizó el 80% de los trenes de alta velocidad (TGV) y prácticamente todos los trenes convencionales de largo alcance.

Los manifestantes marchan con el Panteón de fondo, en París el martes 7 de marzo
Los manifestantes marchan con el Panteón de fondo, en París el martes 7 de marzo

Según la CGT, un total de 3,5 millones de personas (1,28 millones de personas, según el gobierno) participaron de lo que fue la mayor protesta contra una reforma social en tres décadas. Este número de personas fue ligeramente superior a movilización del 31 de enero, cuando se movilizaron 1,27 millones de personas (según la policía) y 2,8 según la CGT. Los principales sindicatos se adjudicaron esta protesta como su mayor movilización en 40 años.

Sin embargo, el número de huelguistas del sector público fue menor que en sus inicios en enero. En la administración estatal se sumó una cuarta parte de la plantilla frente al 28% del 19 de enero; en la empresa de energía estatal EDF fueron un 41,5% frente a un 44;5% de ese mismo 19 de enero. En la educación, según el Ministerio de Educación, pararon el 32,71% de los docentes de primaria y secundaria.

En el sector ferroviario se cancelaron dos tercios de los trenes de alta velocidad (TGV), el 60% de los regionales y el 80% en las cercanías de París; los paros de los controladores aéreos obligaron a anular un 20% de los vuelos en el Charles de Gaulle y un 30% en el Orly y similar en los demás aeropuertos de Francia. En los principales nudos de comunicación hubo bloqueos por parte de los camioneros. En las refinerías se redujo la producción y tres de las cuatro unidades de regasificación permanecieron paradas impidiendo la entrada de gas licuado por barco.

Resultó icónico el paro de los trabajadores de la limpieza ya que las "encantadoras" calles parisinas se llenaron de basura; algunas personas no podían entrar a sus casas por las montañas de basura a las cuales se sumaron las ratas y los olores. Al comienzo de esta medida (que continuó por dos semanas) se calculaban unas 1800 toneladas de basuras solo en París.

Son incontables las acciones de lucha, y, aunque nos resulte imposible poder nombrarlas a todas en este informe, queremos destacar la ocurrida el jueves 9 de marzo, cuando empleados del sector eléctrico dejaron sin electricidad la villa olímpica (París acogerá los Juegos Olímpicos en 2024), el barrio a nivel de la zona comercial, los centros de datos y también el Estadio de Francia en Saint-Denis. Esta acción también afectó el suministro de gas. Unos 300 trabajadores estuvieron presentes para esta acción. Algunos de ellos encapuchados y con bengalas de humo para esconder a los que cortaban la corriente de las cámaras de seguridad.

"Las mujeres son las grandes perdedoras de esta reforma ya que a menudo sus carreras son discontinuas"

Los sindicatos también apoyaron las movilizaciones convocadas para el Día Internacional de la Mujer Trabajadora y del jueves llamado por los estudiantes, dos sectores que se considera más perjudicados por la reforma. "Las mujeres son las grandes perdedoras de esta reforma ya que a menudo sus carreras son discontinuas", afirmó el 8 de marzo Odile Deverne, una docente de 60 años, sindicalista en Lille.

Pese a todo ello las huelgas no lograron su objetivo de paralizar por completo el país.

La séptima y octava jornadas

El sábado 11 de marzo los trabajadores volvieron a salir a las calles de forma masiva en lo que sería la séptima jornada consecutiva. Un millón de franceses salieron a las calles, de los cuales 300.000 estarían solamente en París, según las autoridades.

La iniciativa estuvo liderada por los sindicatos con la CGT a la cabeza. Ese mismo día, y sin importarle la magnitud de las protestas de la última semana, el Senado aprobó la reforma planteada por el Ejecutivo francés, que seguía su curso hacia la Asamblea Nacional. La decisión de la cámara alta se dio tras el voto positivo de 195 miembros contra 112 en contra.

Aprobación de la reforma en el senado
Aprobación de la reforma en el senado

"Se ha dado un paso importante. Estamos totalmente comprometidos para permitir una adopción definitiva en los próximos días", declaraba la primera ministra Elisabeth Borne luego de haberse prestado a los festejos y casi a modo de provocación para los millones de franceses movilizados.

El miércoles 15 de marzo se realizó la octava jornada de protestas. Las cifras daban 480.000 manifestantes en toda Francia según el Ministerio del Interior, contra 1,7 millones según la CGT.

Trabajadores portuarios, de las refinerías de petróleo, docentes y conductores de trenes se unían los trabajadores sanitarios que iban por su décimo día de huelga. París estaba inundada de basura rancia que algunos manifestantes utilizaron para arrojarle a la policía e iniciar incendios.

Alrededor del 40% de los trenes de alta velocidad y la mitad de los trenes regionales fueron cancelados y 20% de los vuelos del aeropuerto de París-Orly fueron cancelados.

"Macron está fuera de contacto y en la cama con los ricos. Es fácil para la gente en el gobierno decir 'trabajar más duro', pero sus vidas han sido fáciles"

En las calles de París se desplegaban globos sindicales con música a todo volumen y pancartas que decían "París enfurecida", "Dicen capitalismo. Decimos pelea", "Si no se defienden los derechos, se pisotean". "Si no hablamos ahora, todos nuestros derechos por los que han luchado los franceses se perderán", "Macron está fuera de contacto y en la cama con los ricos. Es fácil para la gente en el gobierno decir 'trabajar más duro', pero sus vidas han sido fáciles" decía Nicolas Durand, un actor de 33 años.

El artículo 49.3 y un gobierno sin salida

El jueves 16 de marzo, al ver que no tenía la mayoría asegurada, el gobierno decidió no someter la impopular reforma a la votación de los diputados en la Asamblea Nacional (cámara baja) y aprobar la reforma haciendo uso del controversial artículo 49.3. Este artículo es un recurso constitucional y funciona como un decreto. Luego de que el Consejo de Ministros diera el visto bueno la primera ministra Élisabeth Borne fue la encargada de anunciar la activación de dicho mecanismo. Ahora solo quedaba pendiente el dictamen final del Consejo Constitucional.

En nuestra anterior nota afirmamos que esta era una posibilidad, y, sobre todo, que de hacer uso de la misma iba a profundizar el descontento popular. La utilización de este recurso ya era de por sí, considerado como un fracaso por los analistas burgueses: el diario liberal L'Opinion consideraba que recurrir al artículo 49.3 "reforzaría la imagen de 'brutalidad' de su poder y alimentaría la crisis total". Esto no hace más que confirmar que el gobierno va por todo o nada y que está en "enfrentamiento directo" con las masas.

Manifestantes queman una imagen de Macron en una hoguera, en la plaza de la Concordia de París (24/04/2023)
Manifestantes queman una imagen de Macron en una hoguera, en la plaza de la Concordia de París (24/04/2023)

Mientras la entreguista oposición de izquierda cuidaba las apariencias cantando la Marsellesa (himno nacional francés), con carteles que decían "64 años es no" y con gritos a Borne, los trabajadores y el pueblo se preparaban para tomar las calles. Al día siguiente estallaron movilizaciones espontáneas en por todo el país.

Estas nuevas protestas (posteriores al artículo 49.3) marcan un nuevo escalón en la lucha ya que se organizan al margen de los partidos y sindicatos y son mucho más violentas.

En Rennes, Albi, Marsella o París, los manifestantes intentaron atacar edificios oficiales y oficinas de representación de políticos macronistas. En París se vieron escenas de barricadas y de incendios con las montañas de basura que se acumulaban por la huelga de los recolectores. Miles de personas, la mayoría jóvenes se manifestaron en la plaza de la Concordia, sin el paraguas de los partidos ni de las organizaciones sindicales.

La verdadera lucha pasaba por las calles y no por la Asamblea Nacional donde los diputados opositores se apresuraban a levantar "tímidas" mociones de censura. El pueblo trabajador francés tiene en claro que el triunfo pasa por sus propias manos y no espera nada de la "institucionalidad burguesa".

Los sindicatos, por su parte, llamaban a multiplicar las acciones de protesta y convocaban a lo que sería la novena jornada de huelgas.

La agudización de las protestas y el surgimiento de las manifestaciones espontáneas

En los días siguientes al decreto 49.3 se sucedieron manifestaciones espontáneas en varias ciudades del país, con mucha presencia de jóvenes y un notable crecimiento de las acciones violentas.

El martes 21 la policía anunció la detención de 234 personas en París. A su vez Elisabeth Borne anunciaba la solidaridad del gobierno con los 400 policías heridos en los últimos días. Para el ministro del interior, Gérald Darmanin, hay un antes y un después del 49.3: "La oposición es legítima, las manifestaciones son legítimas, el desorden no lo es", y advirtió que el gobierno no permitirá la aparición de "manifestaciones espontáneas". Pero a pesar de ello la cantidad de manifestantes fue aumentando significativamente. También indicó que desde el pasado día 16 se ha registrado el ataque a 128 edificios públicos, la vandalización de 114 oficinas de parlamentarios y 2.200 incendios voluntarios.

La lucha se extiende a todos los rubros. En las vísperas de la décima jornada los trabajadores del icónico Museo del Louvre en París se unieron a las protestas bloqueando la entrada, lo que provocó el anuncio de su cierre temporal. La rama de espectáculos, medios de comunicación y cultura del sindicato CGT tuiteó una imagen de la Mona Lisa envejecida y con la cara arrugada, acompañada de la leyenda: "64 ¡No!".

En los sectores clave como el transporte, las refinerías, centrales eléctricas, la educación y los servicios de recolección se mantenía la huelga, mientras que los sindicatos llamaban a multiplicar las acciones de protesta y convocaban a lo que sería la novena jornada de huelgas, para el jueves 23.

"Si hay que respaldar la impopularidad hoy detrás, yo lo respaldaré", "Yo no busco ser reelecto, pero entre las elecciones coyunturales y el interés general del país, elijo el interés general del país"

Por su parte, el gobierno, superaba dos tímidas mociones de censura presentadas por la oposición y Macron se presentaba el miércoles 22 frente a las cámaras por primera vez luego del "decreto". Sus esperadas palabras no hicieron más que acrecentar el odio. "Si hay que respaldar la impopularidad hoy detrás, yo lo respaldaré", "Yo no busco ser reelecto, pero entre las elecciones coyunturales y el interés general del país, elijo el interés general del país", expresó el presidente y fue más allá acusando de "sediciosos" a quienes organizan protestas espontáneas y comparó las manifestaciones con los disturbios del Capitolio en Estados Unidos en 2021 y los de Brasil en enero. Sus palabras dejaron en claro que está dispuesto a ir hasta las últimas consecuencias y que su gobierno es un cadáver viviente.

La novena jornada marca un nuevo récord

El jueves 23 de marzo tuvo lugar la novena jornada de protestas, miles de personas se congregaron en la plaza de la Concordia con la consigna "bloquear el país" y la meta de voltear al gobierno. El ministro del Interior, Gerald Darmanin, anunciaba el despliegue de unos 12.000 policías, 5.000 de ellos en París. Al final de la jornada el saldo era de 457 detenidos y 441 policías y gendarmes heridos.

Según los sindicatos se movilizaron 3.5 millones de personas (1.089 millones según las autoridades) en todo el país en 300 concentraciones. De este total 119.000 según las autoridades y 800.000 según la CGT, correspondieron a la capital, considerándose esta como la mayor asistencia en la historia de París.

Refinerías paralizadas y cancelaciones del transporte masivo. La interrupción del suministro de las refinerías aumentaba la preocupación por la escasez de combustible para los aeropuertos. Los manifestantes bloquearon los accesos por carretera al aeropuerto Charles de Gaulle en París; la mitad de los trenes TGV fueron cancelados; Una quinta parte de los maestros de escuela no se presentó a trabajar, se bloquearon liceos y universidades y hasta se dio el cierre de la Torre Eiffel. Y como si esto fuera poco se sumaron los profesionales de la cultura: en el Teatro del Châtelet de París un grupo de manifestantes pertenecientes a la Federación Nacional de Sindicatos de Espectáculo, Cine, Audiovisual y Acción interrumpieron los espectáculos.

Ese mismo día se anunciaba la convocatoria a la décima jornada, coincidente con la visita del rey Carlos III y la reina consorte, Camila. Esta sería suspendida y pospuesta debido a las manifestaciones.

Una verdadera batalla campal

Al espontaneísmo se sumaron las luchas paralelas. El martes 25 una manifestación ecologista cerca de Sainte-Soline contra la construcción de un embalse agrícola y en defensa del agua, se transformó en una verdadera batalla campal. 25.000 manifestantes se enfrentaron contra 3200 agentes de las fuerzas de seguridad. La fuerte represión dejó como saldo dos manifestantes en coma. Imágenes que no se diferencian en nada a las revueltas callejeras en Chile contra los carabineros en 2019, nos hablan de la increíble agudización de las luchas. "Mientras el país se alza para defender las pensiones, nosotros iremos en paralelo a defender el agua", dijo un manifestante ecologista.

"Mientras el país se alza para defender las pensiones, nosotros iremos en paralelo a defender el agua"

El pueblo francés está dando una gran lección de cómo unificar las luchas obreras con las luchas ecológicas.

Manifestación ecologista contra la construcción de un embalse cerca de Sainte-Soline

La principal apuesta de la burocracia sindical y el gobierno es el desgaste

La décima jornada y última de marzo (28/03/2023) tuvo una asistencia de 740.000 manifestantes según las autoridades y "más de dos millones" según la CGT. "El sentimiento de injusticia y de no ser escuchado alimenta la emoción" advertía un sondeo de Odoxa en el que Macron y Borne pierden apoyo popular, al 30% y 28% respectivamente (el nivel más bajo de Macron desde el apogeo de los Chalecos Amarillos)

La undécima jornada del jueves (06/04/2023) y la duodécima del jueves siguiente (13/04/2023) perdieron fuerza en comparación con las jornadas anteriores, a pesar de que las centrales obreras sostenían que su objetivo era mantener la presión sobre el Consejo Constitucional. En la última jornada la huelga en los sectores claves del transporte y la energía tuvo un alcance menor que las jornadas anteriores, mientras que recolectores anunciaban que retomaban el paro. 20% de los trenes de alta velocidad (TGV) fueron cancelados, 80% de los trenes de larga distancia, 40% de los regionales y 25% de las líneas lindantes con París.

No obstante, se daban incontables signos de radicalización como lo son las nuevas movilizaciones espontáneas, el crecimiento de la movilización en los pueblos y ciudades más pequeñas y periféricas, el aumento de la cantidad de jóvenes, los ataques a las oficinas de empresarios y viviendas de políticos y el repudio a los multimillonarios y las corporaciones.

Pero ¿Por qué mientras perdían fuerza las jornadas de huelga anunciadas por la intersindical aumentaban los signos de radicalización? Creemos que hay tres factores principales que pueden explicar esto:

  • El primero es que la burocracia sindical que dirige las centrales que conforman la intersindical (CGT + CFDT + FO + SUD + CFTC) trata de diluir la lucha llamando a muchas jornadas parciales, evitando concentrar la fuerza en una gran huelga general sin solución de continuidad que pare por completo el país. Esto lleva al rompimiento de amplios sectores de masas (sobre todo de la juventud) que ven con claridad esta política moderada de la intersindical y la responsabilizan de que el gobierno no ceda.
  • El segundo factor es la lucha feroz que se está dando al interior de las centrales (el cual analizaremos más adelante) entre esa burocracia y las bases que están cada vez más radicalizadas (a la izquierda) y que cuestionan cada vez más la "tibieza" de sus direcciones. Por eso sus afiliados empiezan a realizar cada vez más acciones "independientes", por fuera de sus direcciones.
  • El tercer factor es que esta lucha antiburocrática también se está desarrollando al exterior: donde las masas se radicalizan cada vez más y empiezan a actuar de forma independiente a la intersindical (lo vimos en el aumento de las acciones espontáneas). Nosotros creemos que esto se debe a que la política conciliatoria y limitada de la intersindical está empezando a impacientar a las masas.

Estos tres factores están potenciando una situación de doble poder: por un lado está el poder del gobierno y por otro el poder de las bases de los sindicatos y las masas que han tomado las calles superando a las. En este panorama la burocracia de la intersindical es la última carta que le queda al gobierno para contener el ascenso de la clase obrera.

El pueblo francés quedaba así a la espera de la decisión del Consejo Constitucional, mientras la tibia oposición de izquierda presentaba un pedido de referendo.

Rumbo al primero de mayo

Finalmente, el sábado 15 de abril, el Consejo Constitucional promulgó la ley de reforma de pensiones. Macron hizo caso omiso del grito desesperado de la burocracia sindical, a la cual la situación se le está yendo de control, y al enorme descontento social expresado en tres meses de movilizaciones, las más poderosas que ha tenido Francia en más de 50 años, solo superadas por el Mayo Frances.

La decisión de los nueve "sabios" ocurrió mientras los franceses dormían (pese a que tenía 15 días para hacerlo). Esto enfureció aún más al pueblo francés que se lanzó a las protestas callejeras.

Como respuesta los sindicatos llamaron a una "movilización excepcional" para este 1° de mayo, en el Día Internacional de los Trabajadores. A su vez se negaron a reunirse con Emmanuel Macron hasta que suspenda la reforma. "Ninguna organización sindical se reunirá en ningún momento con el Ejecutivo para hablar de otra cosa que no sea la retirada de la reforma de pensiones", declararon.

Cantidad de manifestantes en todo el país por jornada de huelga.
Cantidad de manifestantes en todo el país por jornada de huelga.

El plan de los 100 días y un presidente que ya no puede gobernar

El pasado lunes 17 en un discurso para la televisión francesa Macron anunció un plan de 100 días para superar la crisis social y política. Elisabeth Borne será encargada de lanzar un plan de "tres proyectos prioritarios" como parte de "un nuevo pacto de vida laboral". Este parece ser un plan desesperado de la burguesía francesa para apaciguar las aguas, ya que las principales patronales de Francia (El Movimiento de Empresas de Francia (Medef), la Confederación de Pymes (CPME) y la Unión de Empresas Locales) anunciaron que se reunirían con el presidente el martes.

Se daba así inicio a un ciclo de visitas por diferentes partes del país. Sin embargo, el odio de las masas francesas hacia el presidente abarca desde las principales ciudades hasta el más pequeño pueblo de Francia. Vaya donde vaya es recibido por cientos de personas enfurecidas ¡Y ahora se suman las cacerolas!: En respuesta al discurso del lunes 17 se produjeron más de 370 cacerolazos en diferentes puntos del país, principalmente en las plazas. En algunos casos la policía ha empleado gases lacrimógenos para dispersar a sus asistentes.

En su visita a la ciudad de Alsacia el 19/04 (La primera incursión pública fuera de la capital desde la promulgación de la ley), Macron fue a tal punto abucheado que no podía ni hablar. "¡Estamos aquí, estamos aquí!", "Macron renuncia!" le cantaban los manifestantes en la localidad de Sélestat. "Nunca vimos a un presidente con un gobierno tan corrupto como el suyo. Usted caerá muy pronto, ya verá" dijo un manifestante ¡Mientras que todo el arco opositor le pide que dé marcha atrás con la reforma, el pueblo francés le pide directamente la dimisión! En una fábrica en Muttersholtz el presidente fue recibido con un cacerolazo, "las cacerolas no ayudarán a Francia a salir adelante" dijo Macron entre abucheos.

"Nunca vimos a un presidente con un gobierno tan corrupto como el suyo. Usted caerá muy pronto, ya verá"

Visita de Macron a Alsacia

El 20 de abril Macron viajó a Ganges, al sur de Francia, para visitar una escuela secundaria y promover políticas educativas. A su llegada fue recibido con un cacerolazo, abucheos y huevazos. Los manifestantes coreaban "Estamos aquí, estamos aquí, aunque Macron no lo quiera, estamos aquí". En la localidad se desplegó un operativo policial para evitar que los manifestantes se acerquen a la escuela. Hasta llegaron a utilizar gases lacrimógenos contra quienes trataban de asaltar las vallas de protección. Y para coronar tan desagradable visita a su llegada al colegio se encontraron con que no había electricidad, ya que se trataba de una acción de protesta por parte de los trabajadores de la energía eléctrica.

Visita de Macron a Ganges

Ese mismo día un grupo de 200 a 300 manifestantes con banderas sindicales y bengalas de humo rojo coparon la entrada de las oficinas de la bolsa de valores Euronext al grito de "Estamos aquí, estamos aquí, aunque Macron no lo quiera, estamos aquí". Los manifestantes ingresaron a las oficinas manifestando que las grandes empresas y los multimillonarios deben pagar para financiar las pensiones.

"El símbolo de la bolsa de valores es el símbolo de la gente que no tiene noción de dinero, es el símbolo de alguien que juega con nuestra vida apretando botones. Es el símbolo de la gente que siempre se mete más en el bolsillo, sin nunca redistribuir", dijo Fabien Villedieu, sindicalista de Sud-Rail.

También queremos agregar aquí un hecho que ocurrió con anterioridad al anuncio del plan de los 100 días pero que por sus características es uno de los que mejor explica lo acorralado que está el gobierno por la movilización y el repudio de las masas. Ocurrió el 11 de abril en La Haya, donde Macron se disponía a dar un discurso sobre "el futuro de Europa". Este fue interrumpido por los gritos de manifestantes que exclamaban "¿Dónde está la democracia francesa?" y "La convención sobre el clima no se respeta", desplegando también una pancarta en la que se leía "Presidente de la violencia y la hipocresía".

Macron es interrumpido en un acto en La Haya

Como podemos ver, vaya donde vaya, adentro o fuera de Francia, Macron es odiado por las masas. El pueblo francés nos da una admirable muestra de determinación, está dispuesto a no darle la mínima posibilidad de respiro.


La burocracia sindical advierte al gobierno

Como explicamos en nuestra anterior nota, la burocracia sindical se encuentra desbordada por la presión de sus bases. Además, explicamos que la histórica unión de las centrales sindicales (CGT, CFDT, FO, SUD, CFTC) no viene de "arriba", de la buena voluntad de sus direcciones, sino de la enorme presión que están ejerciendo las bases obreras. Los sindicatos, debilitados en las últimas décadas y con una de las tasas de militancia más bajas de los países desarrollados, han salido reforzados de esta crisis. Pese a ello las direcciones burocráticas, moderadas y entreguistas, están temerosas de que el movimiento social les supere y se radicalice. Veamos que dicen sus voceros.

En una carta que enviaron los sindicatos (en la semana de la histórica séptima jornada) a Macron en la que le solicitan a este que escuche y consulte al pueblo, indican que el "silencio" del Ejecutivo en este clima revoltoso puede derivar en "graves consecuencias" y una "situación explosiva". "Para nosotros, los sindicatos, esta ausencia de respuesta representa un grave problema democrático y conducirá a una situación que puede convertirse en explosiva", se lee en la misiva enviada al Palacio del Elíseo.

"Cuando hay millones de personas en las calles, cuando hay huelgas y todo lo que obtenemos de la otra parte es silencio, la gente se pregunta: '¿Qué más tenemos que hacer para que se nos escuche?'", reclamó Philippe Martinez -en ese momento líder de la CGT-. Laurent Berger, dirigente a la cabeza del sindicato moderado CFDT, dijo: "Imploro a quienes dirigen este país a que salgan de esta forma de negación del movimiento social".

"Para nosotros, los sindicatos, esta ausencia de respuesta representa un grave problema democrático y conducirá a una situación que puede convertirse en explosiva", se lee en la misiva enviada al Palacio del Elíseo.


La burocracia sindical es sacudida por las protestas

El líder del sindicato CFDT, Laurent Berger, y el ex líder de la CGT, Philippe Martinez, durante la manifestación contra la reforma de las pensiones (07/02/2023)
El líder del sindicato CFDT, Laurent Berger, y el ex líder de la CGT, Philippe Martinez, durante la manifestación contra la reforma de las pensiones (07/02/2023)

La enorme profundización de las luchas tiene su reflejo en todas las instituciones, principalmente las de la clase obrera. Veamos el caso de las dos principales centrales obreras: la CGT y la CFDT.

CGT

A fines de marzo se realizó el 53° Congreso de la CGT (central creada en 1895 y que durante más de un siglo estuvo directamente vinculada al Partido Comunista Frances) que marcó un punto de inflexión en la historia de la organización sindical. En su seno se desarrolla una lucha entre el ala derecha y el ala izquierda

La batalla por la reforma de pensiones ha barrido a Philippe Martinez de la dirección, que desde el 2015 ha encarnado el sindicalismo más "combativo" acusado de blando. El informe de gestión de la dirección saliente fue rechazado por el 50,3% de los votos, algo que no tiene precedente en la historia del sindicato.

En los años de Martinez la CGT perdió influencia y dejó de ser el principal sindicato de Francia en favor de la CFDT.

A excepción de la lucha contra el "Contrato de Primer Empleo" en 2006, la CGT solo ha conocido derrotas en los últimos 20 años. En el informe de gestión se culpa de esto al ala izquierda de la CGT, eludiendo toda responsabilidad. Pero el problema es la moderación extrema impuesta por la dirección. En el Informe no llaman, por ejemplo, a la huelga total que abarque los sectores clave de la economía, condición fundamental para derrotar la reforma. El programa moderado pide por "un reparto diferente de la riqueza… una sociedad más justa, respetuosa con el medio ambiente y un mundo en paz", en ningún momento llaman a derrocar el capitalismo.

El ala izquierda se está fortaleciendo debido al enorme descontento de las bases y a que la izquierda se organiza cada vez más. Desde el 2019 se está desarrollando una tendencia de izquierda, la Unité CGT, que defiende la candidatura de Olivier Mateu (secretario regional de Bouches-du-Rhône).

La Unité CGT tiene una propuesta mucho más radical, basada en una "doble tarea" que "requiere trabajar día a día para mejorar la vida de los trabajadores (horarios laborales, salarios, condiciones de trabajo, etc.) y, al mismo tiempo, vincular esta lucha a la emancipación de los trabajadores, a través de la expropiación de los capitalistas". Además, plantea que es necesario luchar por la nacionalización de varios sectores clave de la economía: "banca, transporte, energía, industria farmacéutica y grandes sectores industriales". En líneas generales se trata de un programa revolucionario ya que tiene como tarea principal destruir el capitalismo.

La nueva dirección, encabezada por Sophie Binet, no difiere mucho de la anterior. La Secretaria General proviene del ala derecha de la CGT y es la primera mujer al frente de la central obrera. El diputado macronista Marc Ferracci vio el ella "una buena noticia para el diálogo social", el diputado macronista Paul Christophe dijo por su parte que "Solo podemos alegrarnos de ver a una reformista al frente de la CGT".

CFDT

El sindicalista más popular de Francia y líder del mayor sindicato de Francia, la moderada CFDT, Laurent Berger, en el cargo desde 2012, renunció a su cargo este miércoles 19, coincidiendo con la validación de la ley de reforma de pensiones.

Con él al frente, la CFDT ha superado a la CGT como primer sindicato de Francia y ha liderado el mayor movimiento social en décadas. Un sondeo realizado a finales de marzo por el instituto Odoxa señala a Berger como el principal ganador del conflicto por las pensiones: un 58% de franceses tienen una opinión favorable sobre él, 20 puntos más que dos meses antes.

Berger representa el ala más moderada y entreguista de la intersindical teniendo como contraparte al sector liderado por Jean-Luc Mélenchon. Es por esto que su nombre no ha dejado de sonar como posible candidato a una muy devaluada socialdemocracia.

Durante el gobierno de François Hollande, Berger había apoyado sucesivas reformas a las cuales la CGT se oponía. También apoyó la anterior reforma de pensiones de Macron en 2019, la cual se vio truncada por la pandemia. La actual reforma generó la ruptura de Berger con el gobierno y fue uno de los factores que propició la histórica unidad con los otros sindicatos.

Sin embargo, Berger resultó ser un gran aliado de Macron, luego de conocerse la noticia de su renuncia, el portavoz del gobierno, Olivier Véran dijo que Berger ha sido un socio "serio" y "exigente" con el que se lograron "avances importantes".

Laurent Berger junto a la futura secretaria general de la CFDT, Marylise Léon
Laurent Berger junto a la futura secretaria general de la CFDT, Marylise Léon

Al igual que ocurrió en la CGT su cargo será ocupado por una mujer, Marylise Léon. Por primera vez en la historia los dos mayores sindicatos de Francia estarán dirigidos por mujeres. Este hecho de por sí no resulta para nada progresivo para la clase obrera, al contrario, resulta ser una burda maniobra para lavarle la cara a la burocracia sindical.


"Macron Demission" una consigna que plantea la cuestión del poder

Un manifestante levanta una pancarta en la que se lee "Macron, dimisión".
Un manifestante levanta una pancarta en la que se lee "Macron, dimisión".

Una consigna que se ha hecho masiva es "Macron Démission" (Dimisión o renuncia de Macron), es el reclamo de millones de franceses que consideran que Macron debe dejar el poder. Esta consigna expresa la profundidad que el proceso político está viviendo, tal cual lo planteamos en este artículo se trata de un vacío de poder, un gobierno débil cuyo poder se licua minuto a minuto. Macron no puede visitar ciudades, ni siquiera pequeños pueblos, sin recibir un repudio masivo. La caída de Macron está planteada a la orden del día.

El gobierno sostiene que los franceses deben trabajar más para compensar el endeudamiento del Estado durante la pandemia de Covid y cubrir el déficit estructural del sistema de pensiones que este año es de 1.800 millones, y será de 13.000 millones de euros en 2023. Sin embargo, una de las primeras medidas de Macron fue eliminar el impuesto a las grandes fortunas (ISF) que aportaba al estado alrededor de 3.000 millones de euros al año. Además, en 2022, los principales grupos empresariales franceses que cotizan en el CAC 40 ha tenido beneficios récord. A su vez tenemos que el gobierno votó por el aumentó el gasto militar en diciembre (430.000 millones de euros para el periodo 2022-2023).

Otra de las razones principales que sostiene seguidamente gobierno para aplicar la reforma es el aumento en la esperanza de vida, sin embargo, la realidad nos muestra otra cosa. Según los datos publicados el 08/04/23 por la consultora Ifop, que consultó a más de un millar de franceses que cobran el salario mínimo (1.353 euros por 35 horas semanales), la mayoría de los hogares más modestos de Francia se han vistos obligados a recortar sus gastos en alimentación y un 42% suprimió una de las comidas diarias por la inflación. 795 de los consultados declaró haber reducido sus compras en alimentación, el 53% declaró haber reducido sus porciones y un 42% aseguró haber suprimido una comida, como el desayuno o la cena.

Según el Instituto Nacional de Estadística (INSEE) la tasa de inflación en marzo es de 5,6%, un mínimo que no se había dado desde septiembre 2022, sin embargo, los alimentos siguieron acelerando su encarecimiento hasta el 15,8%, frente al 14,8 del mes anterior. Thomas Coutrot, economista especializado en salud y condiciones laborales, dijo que el sentimiento generalizado de la sociedad es que "el trabajo se ha vuelto algo insoportable" por lo que "la gente joven percibe que las condiciones de trabajo se están deteriorando y los trabajadores ya no entienden por qué trabajan". Lo cierto es que cualquier encuesta que se haga en este momento solo puede confirmar el oscuro panorama presente y futuro, producto de la crisis capitalista más grande de la historia de la humanidad. Resulta ridículo proyectar un aumento de la esperanza de vida en un continente europeo que ya acarrea más de 10 años de crisis económica y con la Unión Europea en pleno derrumbe. La realidad es que los gobiernos quieren descargar la crisis capitalista sobre las espaldas de los trabajadores mientras se apresuran a salvar a los multimillonarios de la clase capitalista. Esto quedó claramente demostrado con el reciente rescate de Credit Suisse.

Entonces, toda la política revolucionaria debe partir del hecho de que el gobierno de Macron es uno de las mas odiados y repudiados de la historia de Francia. Que su caída está a la orden del día, y que si sigue ostentando el poder, es porque ningún partido político de Francia esta planteando lo que plantea el pueblo de Francia: Que Macron debe irse y dimitir. Todos los partidos políticos están defendiendo el régimen democrático burgués, y las instituciones de Francia, defendiendo el poder de la burguesía, expresado en su régimen político. Todos los partidos políticos capitalistas colaboran para sostener a Macron y su gobierno, por eso a pesar de no tener apoyos prácticamente en la población continúa gobernando. Párrafo aparte nos merece la traidora política de la izquierda francesa, que se une al resto de los partidos capitalistas franceses en la política de no disputar el poder en Francia.   


La traición de la izquierda francesa a los trabajadores y el pueblo

La traición de la izquierda francesa, y de las corrientes que se reivindican Marxistas, Trotskistas, o revolucionarias se sintetiza en un punto central: Se niegan a plantear que tiene que gobernar la clase obrera y el pueblo en Francia. Para todos estos grupos, la lucha se limita a pelear por cuestiones mínimas, sin cuestionar el poder de la burguesía francesa. El Programa del 99% de los grupos de la izquierda mundial es que siga gobernando la burguesía en Francia. Plantean la lucha, la huelga general, el retiro de la reforma jubilatoria, toda clase de consignas, pero en ningún momento, ningún partido de izquierda francés plantea que en Francia debe gobernar la clase obrera.

La mayor responsabilidad la tiene el NUPES (Nueva Unión Popular Ecologista y Social), un frente conformado por partidos reformistas de izquierda (La Francia Insumisa, Partido Comunista Frances) y partidos burgueses de izquierda (Partido Socialista, Europa Ecología Los Verdes). Se fundó en el 2022 y tiene como máximo referente y candidato presidencial a Jean-Luc Mélenchon. Este último forma parte de Francia Insumisa, una organización que, a su vez, forma parte de la IP (Internacional Progresista).

La Internacional Progresista agrupa partidos reformistas de todo el mundo. Está encabezada por Bernie Sanders, senador por el partido Demócrata de los Estados Unidos y Yanis Varoufakis de Syriza de Grecia. Intenta cumplir el mismo rol que tuvo la Segunda Internacional (aunque no le da la talla) como centro aglutinador del reformismo mundial. Su propuesta política es luchar por un "capitalismo más humano", pero su verdadero objetivo es desviar y contener las luchas y revoluciones que se están dando en todo el mundo (y que objetivamente van en contra del capitalismo) y llevarlos a la vía muerta de la democracia burguesa. Función que efectivamente está cumpliendo el NUPES, al no plantear en ningún momento que debe haber un gobierno obrero y popular en Francia.

Para la IP el problema no es el capitalismo, ni el imperialismo, ni las multinacionales, ni Wall Street. Para la IP el principal problema es la "derecha", es decir la burguesía "mala", en contraposición a una burguesía "buena" y "progresista" que busca un "capitalismo más humanizado". Es por eso que agitan todo el tiempo que "se viene la derecha" y en Francia levantan todo el tiempo el fantasma de Marine Le Pen. Esta política del "mal menor" desvía la lucha de las masas contra el capitalismo y las lleva a un callejón sin salida de apoyar gobiernos burgueses "progresistas" que no hacen más que sostener el ajuste, la represión y las millonarias ganancias de los empresarios y las multinacionales. Su plan es "cambiar para no cambiar nada" y que la miseria del pueblo trabajador se siga agravando, claro está, con algunas concesiones cosméticas que le permitan sobrellevar de mejor manera la agonía.

Esta socialdemocracia "moderna" del NUPES trata de desviar la lucha de las masas hacia la vía electoral. Con el 68% de la población en contra de la reforma, un país entero apoderándose de las calles y la clase obrera cada vez más organizada y fortalecida no plantean ninguna consigna de poder. Se limitan a implorarle a Macron que renuncie a la reforma para que no se incendie el país y engañan a las masas diciendo que el crecimiento de las luchas de masas concluye en el "crecimiento" de la ultraderechista Marine Le Pen. Es por ello que no representan ninguna alternativa, y, por el contrario, son enemigos de la clase obrera.

A su vez, los grupos que provienen del trotskismo, como el NPA de Francia (ahora dividido en diferentes sectores), pero también Lutte Ouvriere (LO) y otros grupos se niegan a levantar la consigna de Gobierno Obrero y Popular en Francia. Esto constituye una verdadera traición a los trabajadores y al pueblo francés. Esta política es el producto de que el NPA eliminó del programa la consigna de dictadura del proletariado, algo que hizo público el 27 de agosto del año 2007 en los medios de prensa de Francia.

Esta corriente conocida como "mandelismo" tuvo siempre a Francia como epicentro, y se la conoce de este modo porque fue encabezada por Ernest Mandel. En agosto del 2007 este grupo mandelista denominado Liga Comunista Revolucionaria (LCR) anunció su disolución política, y la conformación de un nuevo partido "amplio anticapitalista", llamado NPA (Nuevo Partido Anticapitalista) que quitó del programa la consigna de "Dictadura del Proletariado", es decir la lucha por un gobierno obrero y popular. Los dirigentes del NPA llevaron adelante este cambio programático bajo la insólita, y desopilante conclusión, de que la época de la lucha por el poder de la clase obrera y el socialismo ya se había cerrado para siempre, razón por la cual ya no era necesario luchar por el socialismo.

El planteo de los dirigentes mandelistas de que la época de la lucha por el poder de la clase obrera y el socialismo ya se había cerrado, fue una excusa para ocultar la verdadera intención de transformarse en una organización socialdemócrata, de tipo reformista. En esto el mandelismo fue pionero, y hoy el camino iniciado por los mandelistas está siendo seguido por todos los grupos de izquierda del mundo que están siguiendo el mismo camino de adoptar la estrategia reformista, y socialdemócrata. Ésta es la razón por la cual, en medio de la revolución que protagonizan los trabajadores y el pueblo de Francia, ninguna organización de la izquierda francesa levanta la consigna de la lucha por "Un gobierno Obrero y Popular" toda una verdadera traición, porque deja al pueblo de Francia sin ninguna alternativa para afrontar la revolución que está protagonizando.


 Por un gobierno Obrero y Popular en Francia

Lo primero que los Marxistas debemos afirmar con todas nuestras fuerzas es que debe gobernar la clase obrera y el pueblo de Francia. Nuestra consigna es "Por un Gobierno Obrero y Popular para abolir el capitalismo imperialista en Francia!".

Algo que se confirma en todo momento, luego del comienzo de la crisis en el 2008, es que el sistema capitalista ya no deja lugar para la "conciliación de clases". Todos los gobiernos capitalistas se ven obligados a tomar acciones que van en contra de la voluntad de sus propios líderes y de sus posibilidades de llevarlas a cabo. No importa de qué color sean ni de que se disfracen, que se digan de izquierda o de derecha, pareciera que todos van para el mismo lado empujados por la crisis. Y la razón de esto es que todos estos gobiernos tienen algo en común: defienden a la burguesía y el capitalismo. La crisis los pone al desnudo y les quita toda posibilidad de maniobra ya que no pueden dar ningún tipo de concesión económica a las mayorías populares.

Es tan profunda la crisis que, en muchos casos, y sin miedo a exagerar, se llega a situaciones de revolución o de guerra civil (tal fue el caso de la Primavera Árabe) o directamente en revolución y guerra abierta como ocurre hoy día en Ucrania. Gobiernos que se dicen de "izquierda" actúan como si fueran de derecha y personajes de la ultraderecha como Marine Le Pen resultan ser inofensivos al punto tal de tener que rogarle al gobierno que no ponga en peligro la estabilidad del país.

En este complicado panorama mundial se inserta un debilitado e impopular Emmanuel Macron. Este se ve obligado a tener una política cada vez más autoritaria, algunos sectores populares ya califican su gobierno como "una dictadura". El ingenio del pueblo francés lo muestra en las movilizaciones asociado al retrato de Luís XVI, el rey ejecutado durante la Revolución francesa. El capitalismo francés no tiene opción, es a todo o nada, si no es este presidente será otro de diferente ropaje quien se encargue de aplicar la reforma, ya que si no aplican un ajuste feroz sobre la clase obrera y la clase media el capitalismo francés se derrumba.

En otras circunstancias Macron ya hubiera caído. Solamente con la movilización del 17 de enero su gobierno hubiera saltado por los aires. Entonces ¿Por qué no cae? Precisamente porque todo el arco opositor está sosteniendo al gobierno, desde la "izquierda" de NUPES, pasando por las direcciones burocráticas de las centrales obreras hasta llegar a la extrema derecha de Marine Le Pen, ninguno de estos sectores aboga por la caída del gobierno ni plantea consigna alguna de poder. Ningún sector de izquierda (reformista) está llamando a que gobiernen los trabajadores y el pueblo.

Por ahora este enorme descontento social tiene como principales actores a las centrales obreras, ya que las masas francesas se tomaron del principal elemento "democrático" que tenían a su alcance y que mejor respondiera a la coyuntura (en otras circunstancias podría haber sido las elecciones, o los partidos políticos, las asambleas barriales, o cualquier tipo de organización popular). Esto plantea la necesidad urgente dar una batalla sin tregua hacia el interior de los sindicatos que expulse a la burocracia sindical y ponga esta fundamental herramienta al servicio de la clase obrera y la revolución. Y no solo eso, es fundamental extender esta lucha antiburocrática a nivel europeo. Afortunadamente (y como ya hemos visto) el proletariado francés está dando enormes pasos en ese sentido. Hay dos hechos fundamentales nos ilustran esta tendencia y que solo fueron posibles por la presión de las bases: la unificación de las centrales obreras y la imposibilidad de las direcciones sindicales de sentarse en la mesa de diálogo con Macron.

Lo que está ocurriendo en Francia es una insurrección y una situación de poder dual donde las masas han tomado las calles y el control del país. El nivel de conciencia de las masas francesas ha pegado un salto, ya no se limita solamente a la cuestión de la reforma de pensiones, sino que cuestiona directamente al sistema capitalista. Por ejemplo, el pasado 13 de abril cuando unos manifestantes en París invadieron la sede de la empresa LVHM para exigir que su propietario (Bernard Arnaud, el hombre más rico del mundo) pague más impuestos y reduzca así las lagunas del sistema. Esto se está dando en todas las instituciones, desde las escuelas hasta los sindicatos. Y es que el pueblo trabajador francés sabe que aun derrotando la reforma no podrán solucionar el problema de fondo que es el acelerado deterioro de las condiciones de vida.

Protestas en la sede de la empresa LVHM

Frente a esta más que favorable situación para la clase obrera, los partidos "de izquierda" como el NUPES y las principales direcciones de los sindicatos, le imploran al unísono al gobierno que dé marcha atrás con la reforma porque la situación ya es incontrolable (este grito desesperado coincide con el de la ultraderecha de Marine Le Pen). ¿Cuál es la ausencia en común que notamos en todos ellos? ¡Que ninguno está llamando a derrocar al gobierno! ¡Ninguno de ellos proclama consignas de poder! ¡Ninguno de ellos llama a la clase obrera, los sindicatos y las mayorías populares a luchar por la toma del poder! La clase obrera puede paralizar completamente el país y lo está demostrando categóricamente, pero la burocracia sindical (expresada en la intersindical) está haciendo lo imposible por dividir las luchas y prolongarlas en el tiempo para que se diluyan sus fuerzas y no concretar una prolongada y contundente huelga nacional (¡Ya vamos por la doceava jornada de huelga!).

Las innumerables y heroicas acciones de la clase obrera francesa junto a su enorme poder de organización (expresado en la paralización casi total del país) y la simpatía que los sectores medios y pequeñoburgueses tienen hacia ella, ponen sobre la mesa la posibilidad real y objetiva de que tome el poder y construya una Francia Socialista. Sus acciones ya son vistas con simpatía por toda la clase obrera mundial, transformándose en un faro mundial. La clase obrera europea mira con atención y amenaza con unírsele. No hay que olvidar que las acciones anteriores de los Chalecos Amarillos contagiaron a gran parte de Europa.

Frente a esta realidad, donde la clase obrera y sus métodos vuelven a ser el centro de la escena, es de vital importancia la construcción de un partido obrero y revolucionario que retome la tradición ortodoxa del marxismo, que vuelva a tener a la clase obrera como centro, que recupere el oficio de la lucha por el poder y la construcción del socialismo en Francia. Esta opción es de vida o muerte, ya que el capitalismo va rumbo a una catástrofe global, la reciente quiebra de Silicon Valley Bank es solo la antesala de lo que se viene.

Las luchas en Francia también están poniendo sobre la mesa la necesidad urgente de coordinar e incorporar la lucha ecológica con las luchas obreras. Aunque sin caer en la línea reformista y pequeñoburguesa de poner la lucha ecológica por delante de la lucha de clases, ya que no hay ninguna posibilidad de salvar el planeta reformando un sistema capitalista que precisamente se alimenta de su destrucción. La burguesía (incluyendo la progresista) ya no puede resolver el problema ecológico, por el contrario, lo agrava cada vez más.

Desde La Marx Internacional saludamos la heroica lucha del pueblo trabajador francés y le decimos que la movilización es la única manera de poder avanzar hacia el triunfo, confiando en su propia fuerza. No hay que esperar nada de ministros ni parlamentarios ni de ese nido de traidores vendidos a la burguesía que es el Palacio del Elíseo. También nos ponemos al servicio de aquellas organizaciones que impulsen la lucha por la toma del poder por parte del pueblo trabajador francés, en el marco de nuestro esfuerzo cotidiano por construir un agrupamiento mundial de revolucionarios.

Francia no es cualquier país, es una de las principales potencias imperialistas, y la clase obrera francesa es una de las más importantes del mundo, no exageramos al decir que cuando se levanta el pueblo trabajador francés tiemblan los cimientos del capitalismo mundial.

  • ¡Abajo la reforma de jubilaciones!
  • ¡Abajo el gobierno de Macron!
  • ¡Por una huelga general que pare la totalidad del país!
  • ¡Por un gobierno obrero y popular!
  • ¡Abajo el capitalismo imperialista francés! ¡Por una Francia Socialista!

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